1 Samuel 17:26-31

Suele impresionarnos la victoria de David ante el gigante Goliat por la imposibilidad física que representa dicha proeza, pero pasamos por alto que antes de aquella hazaña, el pequeño pastor de ovejas tuvo que vencer los gigantes espirituales que limitaban su fe y ahogaban su autoestima.

La Palabra declara que nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados y potestades de maldad en las regiones celestes; pues nuestras mayores batallas serán libradas en el campo espiritual y de estas victorias dependerán nuestros triunfos en el mundo natural.

Una vez en Cristo debemos aprender a caminar por fe y no por vista, pues el enemigo levantará todo tipo de obstáculos a fin de que no podamos cumplir nuestra asignación divina, pero la victoria no dependerá de nuestras fuerzas, sino del poder de Dios.

Nuestro nivel de fe y nuestro carácter determinarán si caemos en las trampas del enemigo o desarrollamos el potencial que Dios nos ha otorgado para alcanzar la victoria en cada desafío que tengamos que enfrentar.

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