2 Corintios  12:7-10

PRG

Pablo era un hombre con gran unción y poder de Dios, tenía todo lo necesario para ser exitoso, pero los ataques del enemigo en su caminar con Cristo iban incrementándose cada día, en él se cumplía el versículo que dice, “muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará el Señor”.

Todos estos ataques fueron profetizados por Jesús antes de su partida en Mateo 19:29, de modo que el apóstol sabía que sería perseguido por la causa de Cristo, pero más que eso, tenía la seguridad de que el Señor lo guardaría. Aún así en un momento de deceleración Pablo comienza a orar pidiéndole al Dios que lo librara de la oposición que no le permitía avanzar, pero Dios le responde que el aguijón no sería quitado al decirle, “bástate en mi gracia porque mi poder se perfecciona en la debilidad”.

Lo que Dios quería que entendiera Pablo en ese momento y que se aplica a cada uno de nosotros hoy es que debemos dejar de pelear en nuestras propias fuerzas para que Dios entre en acción, porque cuando somos débiles es cuando Su poder entra en acción.

La insuficiencia humana es el escenario perfecto para la omnipotencia divina.

Si nuestro problema puede ser resuelto humanamente no necesitamos a el poder de Dios; Él entra escena cuando se han agotado todas las esperanzas, cuando reconocemos nuestra fragilidad e incapacidad.

Existe una unción que no nace, sino por el dolor o el abandono.

Cuando el profeta llegó donde la viuda de Sarepta, estaba sola y sin recursos, preparada para morir, y fue ahí donde recibió el mayor milagro; Su vasija fue llena y no faltó aceite ni la harina en su casa por mucho tiempo. El aceite aquí representado simboliza el tipo de unción de la que hablamos. Este tipo de unción llega cuando abandonas tus fuerzas, cuando caes de rodillas con lagrimas en los ojos y dices, ya no se que hacer,  ayúdame Dios mío!

El apóstol Pablo nos invita a gozarnos en las tribulaciones, porque tenía más que comprobado que Dios se glorifica en nuestra debilidad, y que las aflicciones nos enseñan a depender en Dios, nos producen paciencia, humildad y fortalecen nuestro carácter, mientras damos testimonio al mundo de Su poder y misericordia.

Cuando recurrir a Dios es el único recurso que te queda, comprendes que era lo único que necesitabas. Cuando llegas a la conclusión de que ya no hay esperanzas en lo natural, Dios viene en camino haciendo sendas donde no hay y restaurando las fuerzas del que no tiene ninguna.

 

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