Números 17:1-8

Dios nos escogió con el fin de que seamos fructíferos en todas las áreas de nuestras vidas y que este fruto permanezca. Debemos reflejar la vida abundante que hay en Cristo Jesús ante un mundo sumido en tinieblas, ante una civilización en total decadencia moral y espiritual. 

La vara de Aarón que reverdeció representa el proceso con el cual Dios nos purifica con fuego antes de fructificar nuestras vidas. Es necesario separarnos del mundo, hacer morir lo terrenal para incrementar lo espiritual. Seremos procesados a través de pruebas a fin de sacar a flote nuestra obediencia, nuestra dependencia y nuestra verdadera devoción. 

Aunque el proceso es duro la buena noticia es que hay un decreto divino que nadie puede detener, una promesa de Jehová sobre nuestras vidas que no falla y es que floreceremos.

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